¡Buenas tardes mis queridísimos lectores!
Considerando que teníamos que hacer una entrada sobre alguna
enfermedad no infecciosa qué mejor que hacerlo sobre el Síndrome de Down. La
razón por la que he elegido esto, es mi hermana. Se llama Cristina, tiene
dieciocho años y nació con Síndrome de Down. Pero para mí ni es Down, ni el
resto de niños son normales. Simplemente existen una serie de características
que por unas razones u otras nos hacen diferentes. Y os preguntaréis: ¿De qué
diferencias nos está hablando?
El Síndrome de Down es una alteración genética que se
produce por la presencia de un cromosoma extra en el par 21, en lugar de los
dos que existen habitualmente, por lo que también se hace llamar trisomía 21.
No podemos hablar de enfermedad como tal, ya que su efecto
en cada persona se manifiesta de manera diferente. Lo que sí podemos afirmar es
que tienen los rasgos típicos del síndrome y presentan cierto grado de
discapacidad intelectual. Pero a pesar de compartir estas características
debemos recordar que cada persona con Síndrome de Down es un mundo: su
personalidad, apariencia y capacidades son únicas.
La creencia de que existen diferentes grados de Síndrome de
Down es errónea. La alteración en los genes hace que cada uno responda a las
áreas cognitivas, motoras y lingüísticas de manera diferente. Sin embargo, sus
habilidades y destrezas no dependen únicamente de los genes. Es muy importante
el apoyo y la estimulación desde su nacimiento, así como el ambiente en el que
se desenvuelva y las actividades que realice.
Las personas con el síndrome son más proclives a desarrollar
algunas enfermedades especialmente de corazón, sistema digestivo y sistema
endocrino debido a un exceso de proteínas sintetizadas por el cromosoma de más.
Otro dato que debemos destacar es la esperanza de vida, la
cual ha aumentado considerablemente ya que en 1929 se estimaba que el promedio
de vida para estas personas era de nueve años, y hoy en día gracias a los
avances médicos es común que lleguen a los sesenta años.
Si nos remontamos a unas décadas atrás observaremos
qué suponía tener Síndrome de Down en la antigüedad. La sociedad clasificaba a
estas personas como enfermos que no servían para nada y por lo tanto eran
marginados, les escondían e incluso les mataban. Gracias a Dios esto ya no
ocurre y cada vez están mejor integrados en la sociedad, hasta tal punto de que
muchos trabajan y realizan las mismas tareas que otros que no padecen la
discapacidad. Son muchos los colegios que están adaptados para recibir a estas
personas y existen muchas organizaciones de ayudan tanto a los padres como a
los propios niños o adultos con el síndrome. Es nuestra labor suavizar estas
diferencias para construir una sociedad más justa y humana.
Webgrafía:
https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADndrome_de_Down
http://www.sindromedown.net/sindrome-down/